miércoles, junio 04, 2014

Algo acerca de uno mismo

"Ficciones mediante las cuales el autor intenta liberarse de una obsesión que no resulta clara ni para él mismo"

"Las obsesiones tienen sus raíces muy profundas, y cuanto más profundas menos numerosas son. Y la más profunda de todas es quizá la más oscu­ra pero también la única y todopoderosa raíz de las demás, la que reaparece a lo largo de todas las obras de un creador verdadero"
 
-Ernesto Sábato-

Con estas citas de Sábato quisiera expresar mi estado de ánimo, las profundas obsesiones que me carcomen. Para mi -en mi interior, es decir- son suficientes esas poquísimas palabras, no porque describan mi obsesión, sino porque me recuerdan exactamente qué es lo que siento.
 
El camino para desentrañar esas obsesiones es el mas difícil, el mas solitario, como bien dice Sábato, el arte puede convertir esas obsesiones en la "todopoderosa raíz" de la creación, pero ya no me siento capaz de eso, ya no más.
 
No me siento vacío, por el contrario, estoy lleno de oscuras serpientes que se ciernen sobre mi y me asfixian, me siento incapaz de mirar hacía dentro de mi mismo, porque esa oscuridad acechante  lo ha invadido casi todo. Me recuerda al pobre Jacobo Eyssette (Daudet 1868) que cuenta a su hermano Daniel que poco a poco las cucarachas fueron invadiendo su casa, al principio una habitación y después una por una fueron tomando la casa, hasta que al final tuvo que salir de ella. A veces miro, como Jacobo, con terror en el interior de mi mismo, y veo las serpientes disputarse con sus feroces fauces lo que queda de mi.
 
Vivo en la superficie árida y solitaria de mi mismo, de día calurosa y asfixiante como un desierto, de noche fría y silenciosa.
 

miércoles, marzo 12, 2014

Quiromancia: Lecciones para adivinar el futuro o la paradoja del pollo atropellado

En nuestro primer viaje en grupo, mis amigos de la facultad y yo, decidimos ir al bello puerto de Acapulco, para ello juntamos nuestros ahorros y rentamos una camioneta. Una vez en el trayecto decidimos tomar la carretera libre de Chilpancingo a Acapulco, entre otras cosas, para ahorrarnos unos buenos pesos, en aquella época eramos estudiambres con todo y camioneta rentada, así que ahorrar un poco de dinero no sonaba mal. Paramos justo en la desviación que separa la autopista de cuota de la carretera federal. Había una gasolinera donde cargamos combustible para el resto del camino, unas dos horas aproximadamente. Todos subimos de nuevo al vehículo y emprendimos el viaje.

Casi nunca me ofrezco a leer la palma de la mano a la gente, sino mas bien son mis amigos quienes promueven mis "habilidades" a extraños. No lo tomo a mal, ni me enojo con ellos, pero me parece gracioso que siempre en alguna reunión, sobre todo después de algunos tragos, no falta el curioso que quiere saber algo acerca de su futuro o, los casos mas chistosos, si son amados por alguna persona o son engañados por sus parejas, etc.

A lo largo del tiempo he aprendido que existe un principio de razón suficiente, es decir, que todo lo que pertenece a la razón tiene una explicación, dentro de la razón, suficiente, o mejor dicho, dentro del Tonal hay razón suficiente para explicar las cosas del Tonal que pueden ser explicadas.

Así que cuando la gente me pregunta cómo es que puedo "leer el futuro"  o si es alguna clase de don, o habilidad especial o mejor aún cuando me preguntan si ellos mismos podrían desarrollar la capacidad de adivinar el futuro, siempre contesto contándoles la paradoja del pollo atropellado.

Si algo recuerdo de aquel trayecto, es que el camino era muy verde, es decir, a un lado y otro del camino se podía apreciar mucha vegetación y un clima agradable, todos dentro de la camioneta íbamos bromeando y cantando. Como es usual en él, mi amigo Luís Miguel había acelerado el vehículo mas o menos a 120 o 140 kph. El camino estaba en relativas buenas condiciones, quizá un poco húmedo, pero sin muchos hoyos ni baches, lo que permitía a todos los conductores incrementar su velocidad, mas aún en los tramos rectos del camino. Era una carretera de doble sentido. A lo largo del camino se podían observar pequeños poblados y casas casi a pie de la carretera. 

Entonces sucedió algo, Luís Miguel iba conduciendo y yo iba a su lado en el asiento del copiloto, cuando de pronto alcanzamos a ver un pollo, como a unos seiscientos metros de distancia, estaba parado justo en medio del carril que  ocupábamos, Luis Miguel espejeó y yo también; alcanzamos a ver que que atrás de nosotros, como a cincuenta metros venía otro vehículo, por lo que frenar no era una buena opción, asimismo, ambos nos dimos cuenta de que en el carril contrario también viajaba un automóvil, por lo que cambiarnos de carril y esquivar al pollo en cuestión era imposible.

El pollo ni siquiera se movía...

Viajábamos demasiado rápido como para abandonar el camino por un costado, mas aún cuando la orilla del camino tenía una marcada inclinación que separaba el asfalto del piso, y a la velocidad que íbamos podría hacernos volcar. 

Recuerdo que el pollo tenía un plumaje blanco que lo hacía visible a gran distancia, quizá dio unp paso o dos, pero no era suficiente para esquivarnos. Faltaban al rededor de doscientos metros cuando - y a esto llamo yo la paradoja del pollo atropellado-  Luís Miguel dijo "déjame lo centro", es decir, él supo, desde un principio, que aquel pollo tenía los dias contados, y a menos de que el pollo se moviera con la suficiente rapidez y en la dirección precisa que le permitiera ponerse a salvo, nada evitaría que lo atropelláramos. Mi amigo que iba al volante lo supo, no necesito ver el futuro, ni adivinar lo que iba a pasar, solo tuvo la sensibilidad suficiente para entender lo que estaba pasando en ese momento y aceptar que no podía cambiarlo, así que hizo lo único que podía hacer, enfrentarlo. 

Como bien dijo, lo centró, se escuchó un golpe seco y sordo; y en una fracción de segundo, el plumaje blanco  aparecía por el retrovisor del auto.

La enseñanza de esta aventura, al menos para mi, fue entender que, nadie puede ver el futuro y mucho menos adivinarlo, lo único que podemos hacer es vivir el presente y tener la sensibilidad necesaria para entender lo que nos rodea y lo que está pasando. Así que cuando le leo la mano a alguien, en realidad solo estoy interpretando su presente, como aquel momento del pollo atropellado.