miércoles, abril 29, 2015

Escribir

He tratado de regresar aquí y escribir, porque -y esto es algo meramente personal- escribir no es un simple ejercicio sobre el pensamiento y la coordinación ojo-mano-idea, sino que, escribir es una forma de escarbar dentro de mi mismo, una forma de desenterrar algo. no sé que, nunca lo he sabido y ya lo he mencionado antes. Para mi, este asunto de sentarme y decir cosas, tiene que ver con dejar de mentir, es decir, dejar de ser la persona que todos conocen y que es real, pero que también no lo es, sino que, solo soy lo que ven que soy. En cambio, al estar aquí, y detenerme a pensar cada palabra que escribo, a fin de decir exactamente lo que quiero decir, es un reto, el reto de inventar cada palabra y acomodarla en el orden preciso y que a su vez signifique algo y, sobre todo, que ese algo sea algo sincero, algo que sea verdaderamente yo, aunque sea una invención. 

He visto muchas veces, en reproducciones, esa escultura de Miguel Ángel llamada La piedad y cada vez que la veo, pienso que en realidad lo estoy viendo él, quiero decir que es algo creado por él, pero que, a su vez, lo muestra verdaderamente a él. Trato sinceramente de hacer eso mismo en las cosas que escribo. Pienso que por eso a veces tardo tanto en escribir algo, lo que sea, porque vencerse a uno mismo, es decir, dejar de mentir sobre uno mismo, escarbar en lo profundo de quienes somos, es, al menos para mi, una tarea difícil. 

Mañana es día del niño y quiero traer a colación un recuerdo muy personal, acerca de cuando yo era niño. No recuerdo exactamente el año, quizá era mil novecientos ochenta y ocho u ochenta y nueve. Era un día como estos, es decir, iba a ser día del niño. Recuerdo que no eramos miserables, pero como la mayoría de las familias por aquella época, nos faltaba el dinero. Mi mamá nos dijo que íbamos a ir a la bodega Aurrera y que nos compraría un juguete, "pero un juguete sencillo" dijo porque no tenía mucho dinero. Así que fuimos y yo escogí una pluma que disparaba un pequeño chorro de tinta, que al derramarla sobre la ropa o cualquier superficie, hacía creer a la gente que ésta se manchaba, sin embargo a los pocos minutos, la tinta desaparecía, era una broma, naturalmente, pero ese pequeño regalo ha quedado profundamente grabado en mi memoria como una de las cosas mas maravillosas que mi madre ha  hecho por mi.

Ojalá todos tengamos recuerdos así de bellos sobre nuestra infancia

martes, abril 14, 2015

La escena de los hielos

Para Javier Hernández

Como canta Sabina, se llamaba, Dolores.... Yo recuerdo que la tarde era justo como ella, luminosa y radiante, pero con unas nubes oscuras y grises que amenazaban con su lluvia fría. Estábamos comiendo en un Sanborns de la calle de Salamanca, habíamos ido allí porque estaba cerca de su casa. Yo tenia una tos infernal, como siempre... La mesera llevó las bebidas y la mía era un vaso con agua de limón, como recuerdo que en el exterior del vaso se habían formado gotas de agua, producto de la condensación, el interior del vaso tenia varios hielos. Justo cuando había colocado el popóte y estaba a punto de beber, ella quito el vaso de mis manos y le dijo a la mesera que me cambiara la bebida por una sin hielos. Y justo en ese momento, me enamore de ella. Esta escena ha quedado registrada en mi memoria como la escena de los hielos. Fue un gesto tan pequeño pero tan importante que cambió mi forma de quererla. Para mi, en ese pequeño momento, ella se preocupó por mi, hizo lo que nadie nunca había hecho, y lo más importante, me enseño como se siente que alguien te quiera, que le importes a alguien, aunque sea en una cosa tan sencilla como procurar que no te mueras de tos por beber algo frío.

Las cosas no fueron como yo esperaba que fueran, pero esa es otra historia, lo que quiero contar es que, a lo largo del tiempo, en las conversaciones con mis amigos -hombres quiero decir- cada uno tiene sus propias escenas, momentos que les permitieron sentir que eran comprendidos, como cuando Sabato escribe que Juan Pablo Castel se sentía "comprendido" por Maria Iribarne en la famosa escena de la ventana.

Sin embargo, después de algún tiempo, uno se da cuenta de que ese pequeño instante puede ser, incluso, un espejismo, algo que solo existió en ese momento.


La edad

A veces uno no es consiente de que conforme pasa el tiempo, y se va adquiriendo mas edad, el cuerpo empieza a quejarse más... en realidad no sé si llamarlo así, pero estoy seguro de que hoy tengo la conciencia de que ciertas cosas en mi cuerpo no son como eran antes, por ejemplo, hay días, como hoy, que escucho un sonido repetitivo, un sonido común, hoy en particular, escucho repetidamente el sonido de un teléfono que repica, lo escucho, a veces sí y a veces no, y sé que solo yo lo escucho, porque nadie más hace gestos ni se preocupa por contestar, y aguzo el oído hasta que caigo en cuenta que ese sonido sólo existe en mi mente y desaparece por un rato. Otras veces, me doy cuenta de que tengo hambre, un hambre que me impide continuar con lo que esté haciendo, y me obliga a comer, estoy seguro de que eso no sucedía antes, el hambre no era una necesidad, era solo una sensación física. Esto que les cuento, también se aplica a otras cosas, por ejemplo el dolor. Estoy seguro que cuando tenía veinticuatro o veinticinco años, me dolía el estomago por causa de la gastritis, pero era algo en lo que dejaba de pensar y desaparecía casi por voluntad propia. En cambio hoy, ese dolor se vuelve tan persistente que no puedo pensar en otra cosa. 

La semana pasada tuve insomnio durante cinco días, eso jamás había pasado, ni en las mejores, ni en las peores, siempre me jacté de poder dormir mas de nueve horas seguidas y en un estado parecido al coma, sin embargo, por mas clonazepam que tomaba, por mas limpieza que hiciera de la casa para cansarme, o incluso con un baño tibio, no pude dormir esos días, si a caso una hora o dos.

Y lo peor, no es el insomnio, sino que, cuando iba a la universidad o en mis primeros trabajos, era capaz de dormir solo tres o cuatro horas diarias y despertarme fresco como lechuga, pero esta semana que pasó, llegaba al trabajo en calidad de zombi, solo después de una cantidad ingente de mates podía medio despertar. 

En fin, creo que la edad tiene sus cosas como esta.